“Estudiantes es mi primera casa”

Gino Del Curto juega al handball en Portugal, pero su corazón está en Bahía
Publicado el 12 abril, 2023

Gino Del Curto es handbolista.

Cumplirá 30 años el 6 de agosto, mide 1m85 y pesa 104kg.

Actualmente, su humanidad e imponente físico se encuentran en la segunda división de Portugal: milita en el Clube Deportivo Os Marienses.

El mismo yace en Santa María, uno de los sitios que componen las paradisíacas Islas Azores.

Previamente, pasó por dos clubes italianos: Parma y Aretusa (Sicilia).

Pero Gino se siente de acá, de Estudiantes.

Arribó desde Río Gallegos y vistió nuestra casaca del 2011/12 hasta 2020/21.

Su corazón y su alma siguen conectados con Santa Fe 51. Eso se percibe, incluso en la comunicación telefónica.

En cada fin de temporada , el barbudo asiste y practica en nuestras instalaciones.

Hoy por hoy, le carcome la cabeza la ansiedad de conocer en persona a su primera sobrina: Lupe.

El portentoso está transitando lo mejor de su carrera.

Es consciente de que es su momento.

“Nací en Río Gallegos. Mis viejos se fueron para allá cuando eran jóvenes, a laburar, pero son de Bahía Blanca. Y yo, cuando terminé la secundaria, a los 18 años tuve la posibilidad de estudiar en Bahía. Ya mi hermana mayor (Rocío) estaba ahí y aproveché”, empezó contando.

-¿Cómo y por qué te vinculaste a Estudiantes?

-Fui a Estudiantes porque le consulté a una de mis primas, que estudiaba Educación Física, a dónde podía seguir jugando. En Gallegos hacía handball en la escuela y me habían invitado, también, a ir al club Juan Bautista Rocha. Por eso quería seguir en Bahía. Es lo que me gusta. Ella me dijo que tenía un amigo que jugaba en Estudiantes y me enganché ahí. La realidad es que me siento identificado con el albo. Tengo mucho sentido de pertenencia porque, desde que llegué, siempre me trataron como si hubiera estado toda la vida y me siento parte. ¡Al primer año parecía que hacía como 15 que estaba ahí! (risas). Me empecé a involucrar. Había ido a seguir ingeniería, pero soy medio vago para estudiar y me demandaba un tiempo que me impedía entrenar bien, algo que no quería dejar, ni tampoco al club. Me pasé a Educación Física porque, además, me gusta transmitir lo poco o mucho que sé. Trato de enseñar y en el club fui parte de eso.

-¿Continuaste como profe en Europa?

-Cuando vine, preferí no involucrarme tanto porque llegué hablando español y hasta ahí (risas). Di una mano, pero poco…

-¿Siempre te desempeñaste como pivote?

-Siempre, más allá de que probé en otras posiciones como para tener noción del juego. Los profes nos hacían ir cambiando. Desde Juveniles (16-17 años) me quedé como pivote.

-¿Fuiste trabajando y engrosando el físico?

-Traté de amoldarme. Tuve una época en la que estaba un poco pasado de peso. Cuando me enteré de que podía venirme a Europa, me lo tomé un poco más en serio, empecé con un nutricionista, tengo a mi preparador físico… Para venir acá perdí 15kg, no es que estaba muy pasado, pero me demandaba otra cosa. Estoy a full con el gimnasio y demás, como para que esos 15kg no sean de masa muscular.

Pensando en volver

– ¿Acá en Bahía notabas que sacabas diferencias?

-No sé si una gran diferencia… Va a sonar egocéntrico, pero me di cuenta que dentro de lo que era la competencia bahiense me iba bien y daba como para hacer lo mío. No había algún otro jugador en mi puesto que me pueda competir, aunque suene feo… A Tiro Federal tuve la posibilidad de reforzarlo e ir a dos torneos nacionales A, dos B, dos C y logramos un par de ascensos. No me puedo quejar, porque siendo de Estudiantes y teniendo alguna que otra propuesta, Tiro me dio la oportunidad de mostrarme y de darme cuenta a mí mismo de donde estaba parado y hasta donde podía llegar.

-¿Es muy difícil trascender o darse a conocer en un deporte que tiene escasa difusión?

-El handball es amateur en Argentina. Se hizo más conocido desde que la Selección tuvo buenos resultados, llegando a Mundiales y demás. Lo real es que se juega en casi todas las escuelas. En Estudiantes se vive como si fuera una gran familia porque, al ser amateur, implica mucho sacrificio personal de cada uno. No siempre se le puede dedicar el 100%, mucho es a pulmón. De hecho, cada viaje que hice, sea con la Selección o el club, se pagó y quizás la Asociación o la Municipalidad pusieron el traslado. Eso hace que valoremos un poco más lo que tenemos, lo que se logra y lo que se genera. Hay mucha gente que labura desde las sombras, pero suele ser la que más labura y sin tener nada a cambio. De hecho, hubo muchos profes que laburaron sin recibir un salario y por amor al deporte. Ellos lo elegían. O preferían que su plata quede para la actividad o el club. Es un deporte que, al ser en conjunto, nos deja mucho en la parte afectiva. Muchos amigos. Hay familias que se conocieron dentro del deporte y eso lo hace más unido.

-¡Me imagino lo que te debe haber costado despegarte e irte!

-Me costó muchísimo salir del club… Estaba muy involucrado como profe, coordinador… Cuando me vine ya no dirigía menores, sino juveniles, que para mí ya eran adultos e, incluso, algunos eran pares míos. También tuve a la Primera Femenino. Había un objetivo, un proyecto, las cosas estaban saliendo bien y dentro del club me conocían y conocía a todo el mundo, sea del deporte que sea, hasta los porteros… Gracias a Dios, fui bien educado y desde que entro al club saludo a todos (risas). Pasaba más tiempo ahí, que en mi casa. Sentía que el club era mi primera casa y mi propia casa, la segunda (risas)… Por eso se genera ese vínculo, esa familia, no solamente con el handball, con el club en general. Me costó dejarlo atrás. Y es el día de hoy que no lo dejo y ni pienso dejarlo. Sigo en grupos de whatsapp, aunque mucho no pueda hacer. Pero doy mi opinión, acompaño y aconsejo desde lo que veo acá y lo comparto para que den sus frutos allá.

-En Estudiantes te tienen mucho cariño. ¿Cuándo estás en Bahía te das una vuelta por el club?

-¡Veo que el club sigue en buenas manos! Sí, cada vez que voy a Bahía paso por el club, incluso voy a entrenar. Le pido permiso al DT a cargo, aunque no le dejo muchas opciones tampoco (risas). Trato de estar presente y seguir a full, entre temporada no puedo no pasar, sea para charlar, tomar mate, entrenar o ver las reformas… Hay una sensación linda ver que haya tanta gente, chicos… Está bueno entrar y que todos estén bien predispuestos, me preguntan cómo me está yendo y demás. Es una alegría inmensa para mí, como entrar a mi casa, se me pone la piel de gallina… Vi las reformas y me pone contento, quiere decir que se están haciendo cosas por los chicos, por el club y por los deportes en sí. Es un club que tiene mucho por delante todavía.

“Uno siempre trata de soñar un poco más lejos de donde se quiere llegar porque, al fin y al cabo, si no lo lográs, quedaste un escalón por debajo de donde en un principio querías llegar…”.

“Pestañeé y estaba en Europa”

En 2021/22, Del Curto actuó para Parma Pallamano (Serie B) y Pallamano Aretusa (Siracusa-Serie C). Fueron tres temporadas en Italia. Hoy, defiende la del Marienses (Portugal) en la segunda categoría.

Allí, acumula 52 goles en 21 partidos y su equipo milita en mitad de tabla con 10 ganados, 2 empates y 8 perdidos. Este mes, le resta enfrentar al Oporto (día 15), al Módico (22) y al Arsenal de la Devesa (29).

-¿Habías soñado con que el handball te llevaría hasta Europa?

-No imaginaba irme. Cuando sos chico, como todos, soñás en estar lejos, apuntar a algo… Mi sueño, estando en la escuela de Gallegos, era jugar un Nacional. Desde ahí, con suerte, podía llegar a un Provincial. Era difícil. Cuando me fui al club Rocha, jugué el Provincial y vi que había posibilidades de llegar al Nacional. Y pasó. A partir de ahí, empecé a soñar un poco más. Uno siempre trata de soñar un poco más lejos de donde quiere llegar porque, al fin y al cabo, si no lo lográs, quedaste un escalón por debajo de donde en un principio querías llegar… Pretendía jugar un Nacional C y se me dio de jugar dos Nacionales A, contra chicos de la Selección o que ya estaban en Europa. Cuando llegué a eso, me dije: “me tengo que ir a jugar afuera”. Y se me dio. Tampoco es que uno se cruza de brazos y eso se da solo… También es cierto que me ayudó tener la doble ciudadanía, como italiano, gracias a mis bisabuelos, abuelos y padres.

-Fue muy grande tu salto, de Bahía a Italia, sin pasar por un nivel superior argentino. ¿Sentiste mucho esa transición?

-No fue nada fácil, porque no pasé ni por Buenos Aires… Para apuntar hacia acá, desde una liga como la de Bahía, tuvo que ver lo de Tiro, los nacionales con Estudiantes y así hacer mis videos y currículum. Tenía un amigo jugando en Italia. Me dijo que aprovechara, por mi nivel y la doble ciudadanía. Y lo intenté. Me comuniqué con su manager en octubre de 2021. Para diciembre, me dijo que había clubes interesados. Hasta ahí, no caía. Estaba en Estudiantes, con pandemia, haciendo malabares para entrenar, con protocolos, intentando que los alumnos no se fueran, trabajando por videollamadas, era muy difícil… En mayo, se confirmó el interés del Parma (Italia) y el 21 de junio me mandaron el contrato para que lo revisara. En agosto, pestañeé y ya estaba en Europa.

La prima scala

A veces, las oportunidades pasan una sola vez en la vida. Gino no quiso quedarse con la espina. Y se subió al avión que lo llevó a cumplir otras de sus ambiciones.

“Me fui al Parma, en zona Norte y segunda división, con muchos equipos que habían bajado de Primera. Era una zona bastante fuerte, muy física. Cuando llegué, estaba otro argentino (Franco Debernardinis) que me dio una mano enorme con el idioma, porque hacía dos años que estaba en Italia. El handball es universal, se juega igual en todo el mundo, así que desde ese lado iba bien. Cuando terminó la temporada, el equipo no funcionó bien, no me convenció el DT, mi expectativa era otra y con Franco decidimos salir de ahí. Nuestro manager nos consiguió otra cosa: me fui al sur de Italia, a la ciudad de Siracusa (Sicilia), al club Aretusa. Bajé una categoría (Tercera), pero el club quería ascender. En el medio, se jugó la Copa Sicilia, fuimos subcampeones y me llevé el premio al mejor jugador. Fue un lindo torneo. Después, las cosas se nos dieron, nos fue bien y ascendimos a Segunda. No continué ahí, ellos me querían y tengo muy buena relación, pero es un club muy joven que quiere ir dándole paso a los muy buenos juveniles.

-¿Encontraste mucha disparidad en cuanto al nivel?

-Sí, la competencia en Europa es distinta. En Argentina la gente labura o estudia… Acá hay otra velocidad y roce. A mí no me costó mucho ponerme a tono porque, más o menos, sabía a dónde venía. Tenía amigos jugando, me iban contando y fui viendo partidos para familiarizarme. Laburando todo llega, ya sea en lo físico, el juego o los sistemas. Estaba acostumbrado a jugar de pivote de una manera y acá al pivote lo utilizan de otra… Es todo más rápido, no tan físico como allá. Está bueno el cambio, abrir la mente y hallar otras ideas de juego.

-¿Y por qué cambiaste de país?

-Mi representante tenía un jugador acá (en Portugal), había alguna referencia mía y mi DT actual, el año pasado dirigió en Italia. Me había visto, me conocía y me llamaron. Nuestro objetivo en Marienses lo cumplimos la fecha pasada: mantener la categoría. Era lo fundamental para el club, para ahora apostar a más. Quedan seis partidos y si seguimos de racha, siendo inteligentes, podríamos entrar a playoffs (clasifican cuatro). Es difícil. En esta Zona Norte, la segunda división es una categoría donde puede pasar cualquier cosa: hemos perdido con uno de los últimos y les ganamos al puntero y al tercero. Es un nivel parejo y los tres primeros hacen diferencia porque tienen más recursos. Por ejemplo, tenés a Porto B que también tiene un equipo en Primera y acá forma dos planteles completos donde ni se nota cuando hacen cambios.

-¿Con qué te encontraste en Marienses?

-Acá lo viven como en Estudiantes. Esto es como una familia y quieren que las cosas salgan bien. Si no se puede con el físico, hay que ganar con el corazón. Nosotros, los refuerzos, nos amoldamos a lo que el club necesita. Es un grupo humano bastante unido, tratamos de dar lo mejor, tenemos interés en crecer… Cuando me vine a Portugal, era aprender otro idioma, un lugar que no conocía, una isla en el medio de la nada y donde en cada partido de visitante, por fin de semana, tenemos cinco vuelos: de acá vamos a otra de las islas, de ahí a Lisboa, pasar a Porto y tomar alguna combi que nos lleve a jugar. Después, dormir y repetirlo para volver. Es un sacrificio, pero gracias a Dios últimamente nos está saliendo bien. Estoy contento, el nivel de acá es bueno y muy parejo, las cosas se me están dando. Estaría bueno jugar playoffs, pelear un ascenso, pero va a ser lo que tenga que ser. Estamos laburando para que las cosas se den de la mejor manera posible, es cuestión de esperar.

Son amores

Con su corpulencia, barba tupida intimidante y ceño fruncido, Gino emula a un gladiador.

No obstante, hay una pequeñita que lo derrite…

“Hace un mes y monedas nació Lupe, mi primera sobrina. Me está esperando en Bahía y estoy recontra ansioso. Es hija de Rocío, que está casada con Emiliano. Rocío y Micaela (hermana menor), son pilares fundamentales en mi vida, no lo voy a negar. Mas allá de las edades, tengo mucho para aprender de ellas todo el tiempo, son mis modelos a seguir para todo en la vida. Se extrañan y me tira mucho ese tema. Mis viejos son José Luis y Marcela y también tengo muchas ganas de verlos. Ahora, que estoy lejos, me di cuenta de que soy bastante familiero. Quizá uno se pone más grande y empieza a valorar otras cosas estando a tanta distancia. La familia nos hace bien.

-Decías que la ciudadanía italiana se las debes a los nonos…

-Es cierto, a mi abuelo Enrique. En realidad, el primero que vino a Argentina fue mi bisabuelo Gino, por él me llamo así. Mi abuela Nelly era muy creyente y decía que, en algún momento, alguno de nosotros iba a volver a Italia. Cuando se enteró de que yo me iba, se puso melancólica, me decía que por algo me llamaba Gino y empezó a relacionar todo con todo… Le mando un beso al cielo para los nonos… Gracias a ellos, estoy acá.

-¿Te fuiste solo a Europa?

-Sí, me vine solo. Ahora estoy en pareja hace poquito, con una portuguesa. Es muy reciente. Vivo en una residencia del club, junto a cuatro brasileños que juegan conmigo y a dos angoleños del vóleibol. Creo que somos cuatro argentinos en todo Portugal contando a Leo Maciel, el arquero de la Selección, más un chico de la Selección Junior y otro que está en otra isla de Azores. No coincidimos en las zonas, no nos cruzamos. Después hay algunos amigos en Portugal continente, pero más que cruzar mensajes no hacemos.

-¿Es una locura pensar en una chance en la selección Argentina?

-Por la edad que tengo (29) lo veo lejos, aunque no imposible. Hay muchos jugadores por Europa, está lleno en Italia, en España, se abrió el mercado de Portugal y lo mismo pasa en Francia. Desde Bahía era casi imposible, porque no tenemos el roce que hay en Buenos Aires, Córdoba o Mendoza. Estando acá, puede que esté más cerca, pero no es algo en lo que esté expectante. La Confederación labura mucho con los Juniors. Sé que hay un Proyecto 2028, que en Bahía hay un seleccionador y que se hacen concentraciones regionales para menores o cadetes de 12-13 años o selecciones de jóvenes (hasta 21).

Del Curto está concentrado en lo suyo, pero de reojo pone su atención en Estudiantes.

Es el diplomático del handball bahiense.

El embajador albo en Portugal.

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