En este tramo se combinó la Revolución producida en la otra parte del mundo, las huelgas obreras y el creciente descontento social que forzó una salida política. Con ello, la sanción de la Ley Sáenz Peña (1912). También, se aplicó el voto universal (sólo entre hombres) rompiendo la hegemonía conservadora y consagrando a Hipólito Yrigoyen como el primer mandatario nacional y popular de la historia.
En marzo, Córdoba visibilizó un movimiento estudiantil que provocó una huelga por tiempo indeterminado que impidió el inicio de las clases. Se reclamaba una modernización de la universidad más antigua del país, fundada en tiempos de virreinatos. Por entonces, en Bahía Blanca no existía la universidad. Pero en el Día del estudiante anterior (1917), se había creado el Centro de Estudiantes Secundarios, anidando allí el que sería el Club Estudiantes. Un apellido sobresale, íntimamente asociado a Estudiantes: Casanova. Y Haroldo, con 18 años, fue el presidente del Centro. Queda oficializado el 21 de marzo como el día de la fundación del club.
Ese mismo año, se consiguió el primer título de la historia alba: fue en el título de la segunda división de la Liga del Sur con la base de jugadores como Néstor Pángano, Rodolfo Bambill, Fausto Fanelli, Segundo Otaola, Pedro Pasarelli, Fausto Barbosa, Domingo Guglielmetti, Oscar Lamberti, Ulpiano Alcaín, Walter Hutton, Vicente Ferraris, Dante Abelli, Falgione y Turney.
Para ese año, el Centro ya tenía sus sedes. La deportiva, estaba ubicado en el por entonces lejano Parque de Mayo, a la vera del ferrocarril. La administrativa, en la Sociedad Laurak Bar (actual Unión Vasca), donde los estudiantes tenían su secretaría. El estatuto original indicaba que para integrar la cúpula directiva del incipiente club era necesario cursar en algún establecimiento secundario. Pero, pronto, se sumaron algunos entusiastas socios protectores que propiciaron el crecimiento de la joven entidad.
Estudiantes asumió sus primeros compromisos de fútbol y básquet en escenarios prestados: Porteño o Correos y Telégrafos. Poco después, Estudiantes logró concretar las gestiones para hacerse del predio del Parque de Mayo, gracias a los noveles directivos Gregorio Grillo y el inagotable Casanova. Se trataba de un sitio ideal para la práctica deportiva, razón por la que rápidamente se propagó.
El albo alzó su primer trofeo oficial en la máxima categoría liguista del fútbol. Se adjudicó la Copa “Ingeniero White”, disputada por eliminación directa.
Fue cuando, en el estatuto, se añadió una modificación, permitiendo la participación en la comisión directiva de socios que no sean estudiantes secundarios. El profesor Juan Carlos Miranda fue electo presidente. Si bien los inicios de Estudiantes se vinculan al fútbol, la historia grande comenzó a escribirse desde 1926, cuando se incorpora el básquetbol.
El primer partido se hizo el 5 de agosto de ese año. En el Parque de Mayo, dos equipos diferentes de Estudiantes se midieron con una selección del V Cuerpo de Ejército. Los equipos albos estuvieron integrados por Aspessi, Culacciatti, Canelo, Neiienam, Pablo Amorim, Pessoa, Morris, Aggio, Stefanini y Esteban Oliveros. El 12 de abril, la asamblea de socios del club aceptó el cambio de denominación original: pasó de Centro de estudiantes Secundarios de Bahía Blanca a ser definitivamente Club Estudiantes.
Para ese año, la primera casa propia ya dispuso de tribuna alta, pista atlética más cancha de fútbol y básquet. En el primer cotejo “oficial”, el albo cayó contra Pacífico (campeón de 1929) por 20-7. No obstante, a partir de 1930, el albo enhebró títulos consecutivo y nadie se lo arrebató hasta después de 1935.
Mientras, el fútbol iniciaba su declive. El 28 de noviembre, en plena dictadura militar, con 41 votos en contra y 29 a favor, se optó por la desafiliación en la Liga del Sur.
Sin embargo, la determinación se rectificó a los pocos meses y el 23 de agosto los estudiantiles celebraron el ascenso a la Primera liguista al derrotar 3-1 a Libertad.
En básquetbol, se consagró campeón al vencer a Liniers por 12-4, destacándose Palma (6), Pessoa (3), Muñiz (2) y Medina (1). También participaron Bertoni, Berrade y Modesto Amorín. Los títulos también llegaron en el `33 y `34, redondeando el pentacampeonato. No obstante, tras ese logro en 1934, nadie hubiera pensado la sequía que se estiraría durante dos décadas, para volver a levantar el trofeo. En ese 1934, el presidente electo Antonio Otaola (ya enfermo) falleció con apenas dos meses en el cargo y retomó su lugar Juan Carlos Miranda. Al año siguiente, Estudiantes lo designó Socio Honorario.
Bajo la presidencia de Osvaldo Casanova se aprobó el proyecto para emplazar los nuevos dominios albos sobre calle Santa Fe. El arquitecto Manuel Mayer Méndez y el cementista Manlio Fioravanti encaminaron una mega obra del estadio que demandó 11 años, hasta su inauguración el 28 de enero de 1939. Entonces, en 1932, Estudiantes abandonó el escenario por el que había pasado transitoriamente y pasó a contar con uno de ladrillo molido y tableros de madera, como los utilizados en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936.
El toque distintivo de la obra llegó en 1959 cuando, tras un año de labor, quedó inaugurado el particular techado: una cubierta suspendida ideada por los ingenieros José Distéfano y Ricardo Arrigoni y el arquitecto Pedro Doiny Cabré. La propuesta del trío, mostraba un paraboloide hiperbólico y encerraba una dificultad: las propiedades y construcciones linderas a la cancha impedían que la obra se extendiera más allá del límite de las tribunas. Pero con pericia y la utilización de lava volcánica se construyeron las losetas que se colocaron sobre cables de acero, preparados en la misma obra y anclados en los arcos de hormigón ubicados en los extremos. Tras siete meses de trabajo, los frutos maduraron el 3 de marzo de 1959. Ese día, fue cuando la bola comenzó a sobrevolar los aires de la clásica pancita que le da forma al techo.