La insostenible crisis que vive Venezuela desde hace un tiempo, hizo que muchos nativos huyeran de su patria y recalaran en algún país hermano.
Con lo cual, ya no asombra cruzarnos con alguno de ellos por la ciudad.
De hecho, en nuestra institución abrazamos el arribo de dos hermanas que descubrieron el vóleibol y se muestran más que agradecidas con Estudiantes.
Se trata de Melissa y Melanie Rengel Gómez.
La primera, es la mayor: tiene 17 años, nació el 7 de noviembre 2006 en Caracas y cursa el último año del secundario en el colegio Nacional.
La más jovencita cuenta con 12 años, nació el 30 de noviembre 2011 en El Vigía -estado de Mérida, a 580km de Caracas- y asiste a la secundaria N°26 de calle Almafuerte.
En un alto de la práctica vespertina, tuvimos una agradable y simpática charla con ellas en la que pudimos conocerlas un poquito.
-¿Cómo se dio la llegada a Argentina?
-Melissa: Vinimos por la situación de nuestro país… La economía de Venezuela no estaba muy bien, no había trabajo y mis papás decidieron emigrar para Argentina.
-¿Y por qué recalaron en Bahía Blanca?
-Melissa: Acá, mi papá tiene a un primo y a una tía también. No fue a otro lado antes, vino directo para acá.
-Madeleine: Mi papá (Manuel) fue el primero que vino a Bahía. Estuvo solo seis meses. Consiguió un trabajo y cuando tuvo una estabilidad, nos llamó para que viniéramos nosotras, con mi mamá (Joana). Llegamos el 5 de mayo de 2019.
-Melissa: También tenemos una hermana mayor (Melany), pero de otro papá, que se quedó en Venezuela. Acaba de ser mamá, así que tenemos un sobrinito (Noah) que aún no pudimos conocer en persona.
Somos familia
-¿Cómo las recibió y cómo se sienten en Estudiantes?
-Madeleine: La verdad, que bien.
-Melissa: A mí me gusta mucho Estudiantes, porque es como una familia. Hasta habíamos tenido una relación muy linda con Guillermo (Fernández, ex cantinero) y me dio pena que se fuera. Siempre hacíamos chistes… Estudiantes es como una familia y eso no se encuentra en cualquier club. Tenemos un equipo bonito y formado desde cero, porque nosotras llegamos cuando recién arrancaba el vóleibol en el club.
-Madeleine: Pasamos toda la pandemia acá y, es cierto, el equipo es como una familia. En Estudiantes estamos super cómodas y nos recibieron de la manera más bonita.
-¿Cómo llegaron al club?
-Madeleine: Mi papá tiene un amigo que juega al básquetbol, Jero (Mitoire). Y como mi papá quería que hiciéramos algún deporte, elegimos vóleibol porque en la familia ya algunos habían jugado.
-Melissa: Nosotras nunca habíamos jugado, más allá de algo ocasional en el colegio, pero ni sabíamos que había posiciones fijas, ciertas rotaciones, absolutamente nada…
-¿O sea que hace casi cinco años que juegan?
-Madeleine: No, hace un año y medio, casi dos.
-Melissa: No vinimos enseguida al club. Antes, quería meterme en el modelaje, pero no encontré una academia. Allá en Venezuela, sí es común.
-Madeleine: Yo, en Estudiantes quería hacer gimnasia artística, pero no me daban los horarios. Entonces, mi papá me anotó en vóleibol sabiendo que igual me iba a gustar.
-¿En qué puesto juegan?
-Melissa: Depunta y llevo la “11”.
-Madeleine: Soy opuesta, también tenía la “11”, pero ahora juego con la “9”.
-En todo este tiempo, tanto en lo personal como en lo grupal, ¿van notando una evolución?
-Madeleine: ¡Sí! A mí, por ejemplo, este año me ascendieron de categoría. Ahora estoy en Sub 14 competitivo y antes estaba en Sub 12. Ya el año pasado me estaban probando para subirme.
-Entonces, hace poco participaste del torneo de La Pampa.
-Madeleine: Sí, estuvo muy divertido y solamente perdimos dos partidos, habiendo un montón de equipos.
Jugar y estudiar
-¿Tienen alguna idea para el futuro?
-Melissa: Me gustaría seguir con el vóleibol, profesionalmente. Es la verdad, porque me gustó muchísimo. Espero que cuando entre a la universidad no se me haga tan pesado y pueda continuar. Voy a estudiar algo relacionado con la moda, como diseño en indumentaria. ¡Y más adelante les diseño las camisetas al vóleibol! (risas).
-Madeleine: También quiero seguir con el vóleibol y me gustaría estudiar en la universidad, para seguir diseño de interiores.
Las hermanitas aún no lograron retornar a su Venezuela natal. Extrañan a los abuelosJosefa y Edinson y también el calorcito, aunque Madeleine no tanto…
Se entristecieron con la desgracia del tornado…
“El día anterior, habíamos entrenado en esa cancha”, recordaron…
Ambas chicas ya hicieron muchas amigas bahienses, tienen como hobbie dibujar, se sienten seguras en la ciudad y mientras la mayor sabe coser a máquina, la menor prefiere cocinar.
Ellas son Melissa y Madeleine.
Las venezolanas Albas.